El Perú, a diferencia de la mayoría de países de Latinoamérica, como Colombia, Ecuador, Bolivia, República Dominicana, Costa Rica, por mencionar algunos, aun no logra definir su visión de país para el largo plazo.
Solo para remitirnos a este siglo, luego de la frustrada Ley de Creación del 2005, no fue sino hasta el 2008 que mediante Decreto Supremo 1088 se crea el Centro Nacional de Planeamiento Estratégico – CEPLAN, ente rector del Sistema Nacional de Planeamiento Estratégico, uno de los Sistemas Administrativos de acuerdo a la Ley Orgánica del Poder Ejecutivo – LOPE.
Desde entonces, durante el gobierno anterior y éste que está por finalizar no ha tenido muchos avances, aunque la gestión de este último año creo que deja orientaciones e instrumentos que, aunque aún no son suficientes, son valiosos esfuerzos para revertir en algo lo poco avanzado en estos casi 10 años de creación. Lo triste es que al igual que el gobierno anterior, cuando el ente de la Planificación del país, mal que bien, con las discusiones que pueda tener en los aspectos metodológicos, presenta su propuesta de Plan Estratégico de Desarrollo Nacional al 2021, el gobierno anterior lo aprueba finalizando su gestión y este que termina lo ha tenido en revisión en sus 5 años y lo vuelve poner en tal situación la semana que ha pasado. Lo cierto es que también ese largo plazo al 2021 ahora ya es mediano plazo, de ahí que sea necesario pensar en un 2030 o 2050, pero ya!
Sin esa definición de hacia dónde vamos y cómo lo haremos, seguiremos dando tumbos, con pasitos de avances y retrocesos sin una dinámica sistémica y holística del desarrollo equilibrado, sostenible y equitativo al que aspiramos.
En la coyuntura electoral reciente, los partidos finalistas hicieron propuestas, una relativa a un “Sistema Integrado de Planeación de Políticas Publicas” y la otra a una “Planificación estratégica y priorización de proyectos articulados con el Presupuesto” y un “Ministerio de Apoyo a las Regiones (MAR)”. Hago mención a los dos porque en el debate de aprobación, cada uno tendrá su mirada desde lo que propuso era lo mejor para el país, además que están estrechamente ligados.
El Planeamiento y la Descentralización, son dos aspectos ligados a la construcción de país con visión compartida y en cohesión. Podríamos decir que son el qué y el cómo.
Definir objetivos de política nacional hacia el largo plazo debe ser prioridad del gobierno entrante y esa construcción debe entrañar a la descentralización como forma de organizar y gestionar el país para implementarlos; no en vano nuestra Constitución nos señala como un Estado Unitario y Descentralizado.
La organización sectorial que tenemos dificulta la coordinación e implementación hacia esos objetivos y sus resultados. Un Estado organizado por tajadas en sus sistemas funcionales limita y dificulta y mucho más a nivel local donde aterriza la política pública; más aún cuando las causalidades y sus intervenciones requieren acciones de intersectorialdad pues las acciones y productos de unos y otros no son posibles de generar resultados sino actúan en conjunto y simultáneamente; por ello de aquí debiera partir la Reforma y sus nuevos arreglos institucionales ligados a objetivos de política nacional de largo plazo.
A estas alturas, estaremos de acuerdo en que los enfoques, lineamientos, orientaciones, deberán tener como centro a los ciudadanos con resultados en la gestión pública que generen valor público, mirando la territorialidad, diversidad, multiculturalidad, medioambiente, derechos fundamentales etc. Esto, debe ser parte del cómo para definir roles de cada nivel de gobierno en la cadena de valor como parte del proceso de Descentralización.
Por ello, para empezar de alguna forma el proceso, los arreglos institucionales debieran considerar la absorción de las tres Secretarias de PCM por parte del ente de la planificación. Es decir, un CEPLAN a nivel de Ministerio que las incorpore e incluya también los aspectos de ordenamiento territorial ahora en MINAM e inversiones con el SNIP ahora en el MEF. La absorción y transferencias debiera ser con sus recursos humanos, tecnológicos, equipamiento y partidas presupuestales.
Articulación, coordinación y alineamiento debieran orientarse desde este Ministerio de Planificación (o de Planificación y Descentralización), ente con asiento en Consejo de Ministros y brazo derecho de las direcciones de política del gobierno así como de rendición de cuentas ante el Congreso con avances y cumplimiento de metas.
Finalmente, en el Congreso así como la Comisión de Presupuesto debiera existir una Comisión de Planificación y Descentralización que fiscalice las acciones de cumplimiento de este ente.